Se desplomó en aquel banco de madera, en la soledad de una tarde de otoño, rodeada únicamente de naturaleza.
El paisaje había cambiado..., al fin lograba ver serenidad, escuchar la sinfonía de un río, sentir el aroma de la tierra.
Y cuando agacho la mirada, observó sus manos, estaban vacías.. Ya no portaban aquella losa que durante años habían cargado.
El día le estaba regalando una nueva oportunidad, la de ser ella misma.