Cuando se rompe el alma,
Y hecha añicos la encuentras por el pasillo de la locura,
Resquebrajada, vacía, perdida,
No hay más alivio que saber que no tiene cura.
Si está muerta, que la entierren,
Que la lloren en duelo dos años,
Que la dejen en el olvido,
Pues en vida fue puro engaño.
Te hizo vivir cuál sonámbulo en su sueño,
Creyendo poder alzarte a tu voluntad,
Deambulando por un carril sin destino,
Sin vida, sin aire, sin libertad.
Ahora...ya no hay miedo de rozarla,
Tu cuerpo es un ser inerte,
Camina, respira, palpita,
No hay dolor, no siente.
Mónica Galanes