No pensaba llamarte, ni tu esperarme,
Pero el destino quiso que nos buscásemos,
Un viernes el cielo negro se hizo mágico,
Las calles fueron nuestras.
Yo reía y tú admirabas mis fotografías,
Aquellas en blanco y negro,
Las que iban a ser testigos de nuestros deseos.
La noche alargó la mano,
Y el té, ya frío, parecía recién llegado,
Las horas se hicieron segundos,
Y acabamos diciendo un "hasta mañana" eterno.
Porque ese mañana llegó,
Con un plan frío y despiadado,
Borrando las risas y las ganas,
Las prisas por verte,
Las esperanzas guardadas.
Se nubló en mis ojos la confianza,
Esa que me hizo quererte,
La que creía eterna, plena.
Y mientras mi alma te dijo adiós,
Yo solo super sacar la rabia del corazón.
Ahora da igual quién fue, si tú o yo,
Hoy son cenizas lo que eran llamas,
Hoy es carcoma la leña que nos incendiaba,
Hoy, aunque no lo quiera, ya no hay mañana.
Mónica Galanes
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