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miércoles, 12 de febrero de 2014

La flor marchita

El dolor se volvió físico, poco a poco se comenzó a marchitar, como se marchita una flor cuando el frío la envenena. Su cuerpo erguido se convirtió en una pluma mojada, su cara era las tristeza y sus manos el vacío. Nadie podía ayudarla, su falta de agua emanaba del corazón, de las ilusiones perdidas.

Caminaba otra mañana fría, arrastrando los pies, sin mirar hacia atrás, porque eran tantas las veces que había girado la cabeza y que habían rodado los recuerdos por el suelo que ya no podía, sentía demasiado miedo.

Se sentó a esperar, en aquel banco gris, desteñido por las lluvias, por el tiempo. Se sentó y esperó, espero el resto de su vida.



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