Cada día, miro atrás y te busco en la calle que ando, creo verte esperándome, en tu coche viejo, mientras guiñas un ojo al tiempo que te sonrío.
Cada día, miro dentro de aquel café, donde compartíamos secretos y sueños, donde jamás me sentí sola.
Cada día, me pierdo en las sabanas que hoy son frías, en los cajones vacíos, en las ganas de discutir contigo.
Cada día, despierto y aunque sé que es pasado, sueño con que suceda todo aquello, solo una vez más.
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